El ex líder del Cártel de Sinaloa señaló que, para cualquier situación, las autoridades penitenciarias se excusan de sus dos escapes de prisión en México. Aquí te contamos más detalles sobre el lugar donde ahora está recluido.
El capo mexicano está preso en el Centro Penitenciario y Administrativo de Máxima Seguridad en Florence, conocido también como ADX Florence o la “Alcatraz de las Rocallosas”, por estar ubicada en el estado de Colorado, es una de las únicas instalaciones carcelarias de máxima seguridad del gobierno de Estados Unidos y una de las más duras.
Construida para literalmente separar a los presos del resto del mundo, actualmente es casa de algunos personajes infames que van desde terroristas hasta líderes del narcotráfico que ven pasar los días en aislamiento al interior de pequeñas celdas de concreto.
Reportes periodísticos han alertado desde hace más de una década sobre las condiciones en las que los reclusos que forman parte de su población pasan los días. El más famoso de todos ellos, quizás, es el narcotraficante mexicano Joaquín El Chapo Guzmán, que purga cadena perpetua en la llamada Supermax; no por nada se ha ganado el mote de “el infierno de los capos”.
Por ejemplo, en un artículo publicado en la revista The Nation en 2019 denunció que desde entonces se han producido posibles violaciones de los derechos humanos en el centro penitenciario. La investigación realizada por la periodista Aviva Stahl descubrió que los reclusos encerrados en cierta unidad de la prisión habían sido alimentados a la fuerza y se les prohibió compartir sus historias con el mundo exterior.
El texto describe a los reclusos de ADX como sujetos a «condiciones de aislamiento y privación sensorial más extremas que en cualquier otro centro (penitenciario) del país», pasando entre 22 y 24 horas al día solos en una habitación de unos 3.8 metros de largo y 7.6 metros de ancho.
En esta prisión hay 402 internos, todos varones de entre 24 y 77 años de edad, quienes pasan sus días en las celdas de concreto que no tienen más que una pequeña ventana por donde entra la luz del sol, pero no deja ver más que una pequeñísima fracción del cielo.
A los reclusos sólo se les permite salir a las áreas comunes una hora al día y sus alimentos se les proporcionan por una rendija instalada en la puerta de las celdas.
Las condiciones de encierro son tan duras que, los que son enviados hasta allí, se vuelven locos. Uno de los ejemplos que han visto la luz es el de John Jay Powers, preso desde 1990 por robar un banco y que paulatinamente perdió la cordura tras las paredes del «Alcatraz de las Rocallosas», a donde ingresó en 2001 tras un fallido intento de escape.
Su caso fue expuesto en un reportaje del periodico The Guardian en 2012, en donde se daba cuenta de que la locura se apoderó de su mente y se ha documentado que se ha involucrado en numerosos actos de automutilación, incluida la amputación de su testículo y escroto, una importante mordida en uno de sus dedo y varios intentos de suicidio.