En la comunidad chontal de San Pedro Huamelula, la población católica escenificó uno de los rituales más antiguos que sobreviven en el Istmo de Tehuantepec, que recuerdan cómo el amor se impuso a las épicas batallas por la conquista de territorios que libraban chontales contra ikoots de San Mateo del Mar.
El momento culminante del ritual que invariablemente se celebra cada 30 de junio, en la fiesta de San Pedro, es cuando el presidente municipal, en este caso Vítor Hugo Sosa, se despoja de su cargo y se casa con “La Niña Princesa”, representada en una lagarta que conforme crece con el paso de los años es sustituida por una joven.
Jaime Zárate Escamilla, cronista de esa localidad chontal que se localiza a unas cinco horas y media al sur de la capital oaxaqueña, explicó a los medios de comunicación que esa festividad se remonta a poco más de 200 años y tiene el propósito de celebrar la paz entre chontales e ikoots y para pedir que no falten alimentos en el campo y en el mar.
Un día antes de la boda entre el munícipe que representa al Rey Chontal, la lagarta fue cuidadosamente atada de la boca y llevada a la iglesia de San Pedro Huamelula, donde recibió el sacramento del bautizo por parte del clérigo del lugar y regresó a su estanque bajo el resguardo de la señora Norma Raymundo Pérez, quien se encarga de su alimentación.
Por la mañana del último día del mes de junio, envuelta en una enagua verde con huipil negro “La Niña Princesa”, quien según cuenta la historia se enamoró del Rey Chontal, es paseada por las calles y en cada casa los moradores bailan con ella y aportan una pequeña ayuda económica y luego, vestida de novia con su vestido blanco, ingresa al palacio, donde se celebra el matrimonio.
La población estalla en júbilo, un beso del Rey Chontal en la boca de “La Niña Princesa” parece ser la señal para el reparto del mezcal y el arranque del baile popular en la fiesta de San Pedro. La música y el baile se prolonga y al final, la lagarta regresa a su estanque, mientras los hombres que representaron a los ikoots regresan a sus casas a esperar el próximo año.