El ex presidente argentino Carlos Menem, fallecido el domingo a los 90 años, fue inhumado el lunes en una ceremonia con honras militares y rito musulmán, en el marco de los tres días de duelo nacional decretados por el mandatario Alberto Fernández.
El funeral de Estado del político que gobernó entre 1989 y 1999 con políticas de libre mercado, privatizaciones y una alianza estratégica con Estados Unidos, se realizó en el cementerio islámico de la periferia oeste de Buenos Aires.
«A pesar de que él profesaba la religión católica, va a descansar junto a mi hermano (Carlos Menem Junior)», dijo su hija, Zulemita Menem. El hijo del ex presidente murió en 1995 en un accidente aéreo que la madre, Zulema Yoma, calificó de «atentado impune».
El cuerpo del ex mandatario había sido velado en el Salón Azul del Congreso, donde aún conservaba una banca de senador. Menem llevaba semanas hospitalizado tras sufrir una infección urinaria que se complicó por sus problemas cardiacos. Carismático y hedonista, Menem quedó en la historia como el mandatario que produjo un giro de 180 grados en las políticas estatistas, prosindicales y de diplomacia equidistante del peronismo.
Durante su mandato rigió un polémico régimen de convertibilidad, que ató el valor del peso al del dólar en una relación de uno a uno. El deceso produjo reacciones diversas en el arco político. «Era una buena persona», dijo el expresidente Mauricio Macri (2015-2019).
«Lo más grave que hizo fue el perdón a los asesinos de nuestros hijos y la persecución contra las Madres (de Plaza de Mayo)», dijo la presidenta de la entidad humanitaria, Hebe de Bonafini, al recordar el indulto a los comandantes y jefes enjuiciados por crímenes de lesa humanidad en la dictadura (1976-1983).
Otro presidente peronista, Néstor Kirchner (2003-2007), revirtió aquella decisión con la reanudación de los juicios, medida que derivó en penas de cárcel contra más de un millar de exmilitares y ex policías.