«La primera condición es la colusión con el narcotráfico y la delincuencia organizada de mandos y miembros del 27 batallón de Iguala con policías, agente del estado y otras autoridades, es decir, esa colusión con el narcotráfico explica su comportamiento».
El segundo factor tiene que ver con una estigmatización hacia los normalistas, debido a que fueron percibidos como contrainsurgentes e incluso como miembros de la guerrilla, dijo Beristáin de acuerdo con documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
«Sin eso, probablemente el caso no se hubiera dado, es decir, la colusión con el narcotráfico y una imagen negativa, y digamos ‘amenazante’, de los jóvenes están en la base de que esto se hubiera llevado a cabo».
Mencionó que hay bastante información de la colusión de numerosas actividades entre la delincuencia organizada y autoridades.
Sin embargo, «no hay ni un sólo documento de los que hemos analizado que señale que los jóvenes estuvieran coludidos con el narcotráfico», detalló el integrante del GIEI.
Con ello se contrasta una de las hipótesis que se manejó al principio del caso, en 2014, sobre la relación de los jóvenes con el narcotráfico para justificar su desaparición.
«El análisis de toda esta información a la que hemos tenido acceso de Sedena, a través de los archivos, (…) muestra que los militares han ido adecuando las declaraciones, han dado varias declaraciones en diferentes momentos y han ido cambiando con en el tiempo».
Las declaraciones han siso modificadas según las revelaciones del GIEI, dijo Beristáin, al ejemplificar que cuando se iba a presentar el primer informe del grupo, se presentaron antes y después a cambiar declaraciones.