El sábado amaneció soleado, pero cuando los vecinos de Los Palacios salieron a la calle de su pueblo —al occidente de Cuba— se dieron de frente con los destrozos causados por el paso del huracán Ida que con vientos de 130 kilómetros por hora dejó un tendal de árboles caídos, cultivos dañados y cubiertas de techo rotas. «Los vientos eran fuertes.
Se llevó los techos, dejó las matas caídas», dijo Yoanka Martínez, de 47 años de edad y vendedora de alimentos, quien limpiaba escombros y basura del patio del pequeño cuarto que comparte con su hijo. «Nos sentimos afectados porque esto llegó en un momento que nadie lo esperaba, además, de pandemia, con problemas económicos», agregó.
Martínez es residente de Los Palacios en Pinar del Río, a unos 80 kilómetros al oeste de la capital y adonde el ciclón mostró todo su poder. Una óptica, una bodega donde se vendía huevos y el paradero del ferrocarril mostraban techos volados. Pinar del Río es una de las regiones de la isla con mayor presión debido a un fuerte rebrote del nuevo coronavirus.
Pese a su poca densidad de población se reportaron en esa provincia 872 casos sólo en la víspera. Aunque no hay cifras oficiales de los daños materiales y las autoridades indicaron que no se reportaron víctimas fatales, las dos regiones más afectadas en Cuba —por la trayectoria que comenzó el viernes por la vecina Isla de Gran Caimán y se intensificó desde tormenta tropical a huracán categoría uno— fueron: la Isla de la Juventud, al sur de la nación caribeña, y Pinar del Río. El sábado, Ida se fortaleció y pasó a ser un meteoro de categoría 2 mientras cruza el Golfo de México y se acerca a Luisiana.
El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos informó que los vientos máximos sostenidos del huracán aumentaron por la tarde a 155 km/h. Luego de tocar tierra en la Isla de la Juventud el viernes por la tarde y salió al mar; Ida volvió a pegar por segunda vez a Cuba, esta vez por Pinar del Río, en las inmediaciones del poblado pesquero de La Coloma, atravesando de sur a norte para salir por las cercanías de Puerto Esperanza.
Según las autoridades pinareñas, las localidades de Los Palacios, Consolación del Sur y La Palma sufrieron daños en la agricultura y los techos de las viviendas. De las 10 mil personas que se evacuaron, solo permanecían en albergues unas mil 100 el sábado.
Vecinos como Martínez y los de otros poblados pasaron horas levantando árboles caídos y afincando cubiertas de zinc voladas o recogiendo animales de ríos crecidos, constató un recorrido de la AP. «Aquí (la pasamos) con mucho susto», dijo a la AP Irma Miranda, una ama de casa de 70 años del municipio San Cristóbal, colindante con Los Palacios. «Como a las cinco de la tarde ya estaba acabando con todo, el aire viraba las matas (plantas) completas».
Su patio de frutales se había convertido el sábado en una jungla con plátanos caídos y árboles retorcidos que su esposo y conocidos trataban de poner en orden. El servicio de luz no había regresado y el del teléfono era intermitente. Mientras, en la Isla de la Juventud sólo se había recuperado el 40 por ciento de la energía eléctrica y el transporte público aún estaba paralizado el sábado, aunque Yamil Atta Molina, jefe del sector militar de esa zona, aseguró que no había daños materiales irreparables.