Organizaciones y cámaras de la industria del mezcal anunciaron acciones para reducir sus emisiones de dióxido de carbono, de acuerdo con la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y hacer que esta cadena productiva sea sustentable y amigable con el medio ambiente.
Sin embargo, entre los impulsores de esta iniciativa priva la incredulidad sobre el grado de contaminación de la industria mezcalera o se inclinan por culpar de la situación exclusivamente a las autoridades federal, estatal y municipal.
El Diagnóstico de la Cadena de Valor Mezcal elaborado por el Comité Estatal de Planeación para el Desarrollo (Coplade) revela que los productores ocupan 20 litros de agua y siete kilos de leña por cada litro de mezcal.
En promedio, por cada 300 litros de la bebida se usan 6 mil litros de agua y 2 mil 100 kilos de leña. A esto se suma la falta de manejo de residuos como las pencas que se dejan pudrir en el campo y la falta de tratamiento de las vinazas que sobran de la destilación, pues la mayoría de las veces son contaminantes del suelo debido a su PH alto, además del gas metano que producen y que contribuye al calentamiento global.
El productor Enrique López Aguilar, miembro del Consejo Mexicano de Cafés Extraordinarios, pone en duda estos datos. “Son dichos seguramente por gente que no tiene mediciones exactas”. En el supuesto de que los datos sean reales, apunta, “se van a revertir con mejores prácticas”.
Una de las propuestas, dice, es sembrar árboles que no compitan con los agaves por los minerales y la humedad del suelo, con el fin de dar cobertura forestal, hojarasca y madera a la industria, así como reducir el uso de la leña para la cocción de los agaves.
Para el presidente de la Cámara Nacional de la Industria del Mezcal (Canaimez), Francisco Javier Pérez Cruz, la contaminación de la industria del mezcal y la falta de prácticas sustentables en los productores es culpa del gobierno “porque no invierte en el campo”.
“No hay alternativas económicas, no hay alternativas de desarrollo, no hay industria, más que la producción del agave y producción del mezcal. Desde ese punto de vista las instituciones deberían poner los ojos y fijarse en eso y lanzar programas de ayuda a los pequeños productores”, dice.
Abelino Cohetero Villegas, presidente del Consejo Mexicano Regulador de la Calidad del Mezcal (Comercam), difiere de Pérez Cruz al afirmar que la responsabilidad recae también en productores, dueños de marcas o empresas, comercializadores y gobierno del estado.
Reconoce que estudios de impacto ambiental colocan a la industria en color amarillo por el grado de afectación.
El presidente de la Canaimez, Javier Pérez, sostiene que la falta de recursos económicos de los campesinos que producen agave o mezcal es la causa de que no tengan buenas prácticas que reduzcan la afectación al medio ambiente, pues muchos de ellos han desmontado sus cultivos tradicionales para sembrar agave, con la consecuente erosión del suelo.
De ahí, explica, es responsabilidad del gobierno esta contaminación causada por la industria y asegura que no es comparable a la que generan las grandes ciudades por el uso de automotores o la de los ríos que llevan aguas negras.
El empresario niega que la falta de recursos económicos de los productores de mezcal sea un reflejo de la desigualdad económica en la industria, pese a que su valor asciende a 8 mil 800 millones de pesos.
“Eso es el valor de la industria. Eso es lo que generamos los productores, las empresas y los dueños de marcas. Esos recursos llegan al estado, pero el Estado ¿cuántos de esos recursos regresa al campo? Nada. “Yo creo que si parte de esos impuestos se regresaran al campo, debería haber una transformación realmente sustentable para la industria”.
Cohetero Villegas señala que Oaxaca es la principal industria del mezcal, por lo que el gobierno del estado debería tener el tema en su agenda principal. Ahora, dice, el objetivo es que en el corto plazo se generen las políticas internas o procedimientos internos en los organismos y cámaras para impulsar una industria sustentable; en el mediano plazo, buscar los acuerdos con los gobiernos federal y estatal para crear conciencia y políticas públicas.
El compromiso de México con la Agenda 2030 es capturar cerca de 30 millones de toneladas de carbono, explica López Aguilar, y la intención es que el sector agave-mezcal se sume a este esfuerzo con evidencias comprobadas.
“Ya no ocupar tanta leña. En ese sentido, buscar alternativas. Tal vez de los mismos desechos hacer combustión y disminuir el uso de leña para poder reducir ese gasto de emisión de carbono. También el tratamiento de vinazas, capacitar a los productores para ver qué cosas pueden hacer más de su producto y contaminar menos los mantos acuíferos”, propone Cohetero Villegas.
“Es la industrialización”, responden maestros mezcaleros
Para Félix Hernández Monterrosa, maestro mezcalero de Matatlán, el mezcal artesanal en este municipio se ha hecho por décadas sin deforestar la tierra, ya que cuentan con un terreno propicio, pues se trata de una zona semidesértica en la que el cultivo de agave se ha convertido en una opción para la economía local.
“La sobreexplotación de la tierra no había pasado nunca antes. Hemos producido mezcal por décadas y eso sucede apenas, cuando hay una explosión de marcas. No había existido un problema de deforestación hasta que llegaron las grandes marcas que se hacen pasar por artesanales y que en realidad no lo son”, dice el también fundador de Cuish.