Carla, María, Fernanda, Aurora… no importa el nombre que se le ponga, ella asegura que si viviera en un mundo justo, sin violencia, sin acoso, sin señalamientos y sin persecución, daría su verdadero nombre, pero por ahora prefiere cualquiera.
Esto porque después de 10 años de haber sido expuesta en las redes sociales, de que medio pueblo de Juchitán viera sus fotografías, los responsables de exhibirla y comercializar con sus imágenes íntimas como una forma de venganza aún siguen impunes, pese a que de vez en cuando, como ahora, sus imágenes resurgen en la red.
Con un poco de risa, narra cómo comenzó todo… desde la toma inocente de unas fotografías íntimas, cuando era menor de edad, y la decisión de enviárselas a su entonces pareja, hasta la confesión del mismo por exhibirlas a modo de venganza después de que ambos terminaron la relación.
Pero cuando describe los traumas sicológicos que ha venido arrastrando durante una década, la voz de la “Señorita X” comienza a quebrarse, pese a sus intentos por no llorar.
La joven recuerda que durante el primer año la crisis fue fuerte, al grado de querer suicidarse, pues su expareja envió las fotos a todos sus conocidos a través de Facebook, las mismas que una vez le confió.
Como pudo, lidió con los señalamientos de vecinos, amigos, familiares, conocidos y hasta de desconocidos.
Un par de años después, cuando todo parecía olvidado, aparecieron nuevamente las fotos en una página de Facebook conocida como “quemones”.
“Nuevamente reviví el infierno de ser exhibida, de que me señalaran. En ese entonces ya me había ido del pueblo para olvidar todo, pero entonces le hice frente a mi modo: subir fotos mías, no desnuda, sino posando, y dije: ‘A mí no me vuelves a chingar, mira, yo misma me tomo fotos’, pero alguien las vio y nuevamente quisieron avergonzarme en redes.
“Por ratos se calma, pero luego reviven las fotografías en algún grupo donde se comparten, allí siguen”, comenta.
Para la joven juchiteca, este ir y venir es desgastante física y sicológicamente, porque por más que lo intenta olvidar, cada cierto tiempo aparecen las fotos. Por más tratamiento que ha llevado, la herida vuelve a abrirse.
Hoy, a 10 años, aun cuando la deprime el acoso digital, se sabe acompañada por una red de mujeres empáticas que la motivan a salir adelante y a solidarizarse con las que pasan el mismo infierno que ella vivió.
La aprobación de la llamada “Ley Olimpia” a nivel nacional, que castiga la violencia digital, le da esperanzas a esta joven zapoteca para que las víctimas se animen a denunciar y cuenten con el acompañamiento legal que ella no tuvo.
“Si cuando me pasó hubiera existido la “Ley Olimpia”, sí le entro, como quiera que fuera, pero, aun cuando no tuve esa herramienta, sí tuve, con los años, una red de apoyo de morras solidarias que todavía me acompañan”, reflexiona.
Según Tania Francisca Felipe, abogada del Centro de Atención y Ayuda a la Mujer Istmeña (CAAMI), la “Ley Olimpia” se refiere a un conjunto de reformas legislativas encaminadas a reconocer la violencia digital y sancionar los delitos que violen la intimidad sexual a través de medios digitales.
En Oaxaca, en julio de 2019 fue reformado el artículo el 249 del Capítulo Segundo del Código Penal, donde ahora se especifica que comete violación a la intimidad sexual quien, por cualquier medio, divulgue, comparta, distribuya o publique imágenes, audios o videos de contenido íntimo, erótico o sexual sin el consentimiento de la víctima, y se castiga con hasta ocho años de prisión.
De acuerdo con información de la Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO), en la entidad al menos cuatro hombres han sido vinculados a proceso por el delito de violencia digital, al difundir material íntimo de oaxaqueñas sin su consentimiento.