A un mes del comienzo de la Copa América, el 13 de junio en dos canchas de Argentina, la incertidumbre impera en el segundo país organizador, Colombia, en días de zozobra por las violentas protestas que cumplen ya dos semanas, y por el avance de la covid-19, aunque el Gobierno mantiene su palabra con el futbol.
Según el presidente colombiano, Iván Duque, están garantizadas las condiciones de bioseguridad para que se desarrolle el torneo en un formato de «burbuja», como ha sucedido con la Liga y las copas Libertadores y Sudamericana.
Sin embargo, el contexto ha cambiado y sobre el desarrollo del torneo en Colombia se cierne la amenaza de las protestas, que comenzaron el 28 de abril y han dejado hasta el momento 42 muertos (41 civiles y un policía). Justamente, las violentas manifestaciones han abierto un debate en el país en el que muchos claman, incluso en las calles, porque Colombia desista de organizar un torneo en medio de una crisis cuyo fin no se percibe cercano.
La Copa América, que iba a disputarse en 2020, se pospuso para este año y está previsto que se juegue del 13 de junio al 10 de julio. «CON LUTO NO SE JUEGA» Por el estallido social, los cinco partidos que debían jugar los equipos colombianos en Copa Libertadores y Copa Sudamericana la semana pasada se disputaron en estadios de Asunción, Lima y Guayaquil.
Sin embargo, la Confederación Sudamericana de Futbol (Conmebol) decidió hacer una prueba de fuego esta semana y programó en Pereira el duelo entre Atlético Nacional y Nacional de Montevideo y en Barranquilla los partidos Junior-River Plate y América de Cali-Atlético Mineiro, este último previsto para la noche del 13 de mayo. Pero la tensión previa a los partidos entre Junior y River Plate, y Atlético Nacional con Nacional ensombreció las horas previas a ambos espectáculos.
Tanto, que el Nacional uruguayo argumentó que no se daban las condiciones para jugar, y el partido en Barranquilla debió ser interrumpido durante unos minutos por el árbitro uruguayo Esteban Ostojich debido al efecto de los gases lacrimógenos lanzados en la calle por las autoridades para dispersar manifestantes que llegaron a sentirse en la cancha.
En Pereira, una multitud se congregó frente al hotel donde estaba hospedado el club uruguayo y al grito de «con luto no se juega», en referencia a los muertos durante las protestas. Los manifestantes trataron de boicotear el encuentro.
Además, hubo carteles de «No a la Copa América» izados por manifestantes, aficionados del Deportivo Pereira, el equipo de esa ciudad colombiana donde el Atlético Nacional juega mientras hacen reparaciones al Atanasio Girardot de Medellín, de cara al torneo continental de selecciones.