Más de 75 por ciento de la sociedad mexicana mantiene una postura «desde empática hasta de indiferencia» hacia la tortura, pese a que en el país existe una «parálisis del sistema de justicia, tanto federal como de sus instancias locales», de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y la UNAM.
En el lanzamiento virtual de la Guía contra la tortura para periodistas, auspiciada por la organización civil Documenta, A.C, uno de sus autores, Marco Lara Klahr, afirmó que el periodismo no solo significa «el contar historias atroces, sino dirigirse a la prevención de la tortura».
Indicó que la tarea de los periodistas es la de contribuir a modificar la percepción que la sociedad tiene sobre la práctica de la tortura. La representante en México de Reporteros Sin Fronteras, Balbina Flores, mencionó que esta guía resultará «fundamental para el trabajo periodístico, pero también es un aporte a las organizaciones civiles para entender y mirar cómo se maneja el tema de la tortura».
Manifestó que en la cobertura periodística, cuando trata temas de violencia, «no hay que soltar el contexto en que se lleva a cabo esa violencia, además de que el reportero debe aprender a cuidarse y cuidar a las fuentes».
Refirió que el reto que se vive hoy en día en nuestro país «es el de cómo revertir el discurso público, cuando dicen que las violaciones a los derechos humanos ya no existen. Es difícil ahora abordar los derechos humanos, porque hay un discurso público que lo niega».
La periodista Peniley Ramírez aseveró que tres lustros de militarización de la seguridad pública en México han modificado la forma de hacer periodismo, «no solo desde un punto de vista ético, sino también técnico. La tortura ha sido normalizada, no solo desde el ejercicio publico, sino también periodístico».
Negó que la tortura promovida desde los entes de gobierno tenga justificante, puesto que «el Estado sí tiene la capacidad de investigar». La guía incluye 30 recomendaciones para que los reporteros y otras personas identifiquen el tema de la tortura y sea identificada a sus lectores en su quehacer diario.