Los restos de un complejo doméstico y el depósito de un taller de lítica fueron descubiertos en un predio ubicado en Paseo de la Reforma, frente al Tecpan de Cuauhtémoc, a escasos metros del antiguo Colegio de la Santa Cruz de Santiago Tlatelolco. El hallazgo confirma que tras la caída de Tenochtitlán, algunos indígenas regresaron a sus antiguos asentamientos para continuar con sus ceremonias y rituales religiosos.
Los vestigios pertenecen al periodo Posclásico Tardío (1200 – 1521 d.C.) y al Colonial Temprano (1521-1650 d.C.), y fueron encontrados en calles de la colonia Morelos, en los límites con Tepito, al oriente de la Zona Arqueológica de Tlatelolco, que en tiempos prehispánicos ocupó el barrio de Santa Lucía Tecpocticaltitlan o Telpochcaltitlan (“lugar de paredes o casas sin techo” o “lugar donde está telpochcalli”).
El arqueólogo José Antonio López Palacios, de la Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA), explicó que en el predio se identificaron dos áreas: al sur un complejo doméstico con un sector ritual, cuya arquitectura permitió inferir la reocupación de los espacios en una época de 1525 a 1547, en donde se halló un pequeño almacén con ollas globulares y restos orgánicos que pertenecen a la época colonial.
Al pie de una plataforma arquitectónica hecha con lajas de piedra, al exterior de una serie de muros construidos con tezontle, basalto y algunos adobes, se hallaron dos esculturas antropomorfas, de 40 y 35 centímetros de alto, aún con restos de policromía; el arqueólogo Aarón Ochoa Vidrio detalló que asociadas a estas piezas había cuatro ofrendas dedicadas al momento en que fueron depositadas las esculturas.
Las escultura representan a dos personajes sentados; una de ellas fue elaborada en basalto y conserva restos de pigmento azul en la parte del cabello y algo de negro y azul en las mejillas; la otra fue tallada en tezontle y tiene sedimentos de pigmento rojo y negro bajo los ojos, así como algunos en blanco que podría ser estuco.
López Palacios indicó que ha sido muy difícil interpretar las esculturas: “Cuando estaban ‘vivas’, en el momento prehispánico, posiblemente fueron sepultadas en ese lugar con una advocación, pero con la llegada de los españoles y al no poder los indígenas recuperar sus antiguas deidades, es posible que cambiaran su sentido, como una forma de resistencia religiosa y cultural”.
En colaboración con Laboratorio de Paleobotánica y Paleoambiente del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, se localizaron un campo de cultivo que podría ser de época prehispánica por los materiales asociados, así como una serie de canales navegables también de la época prehispánica, pero que continuaron en funcionamiento hasta la etapa colonial, por la asociación a materiales de la fase Azteca II, hasta objetos de metal y de manufactura europea.
En tanto, al norte del terreno registraron una segunda área que, por sus dimensiones y la cantidad de material hallado, presumen se trate de un taller prehispánico con posible uso en la época colonial. En este sector se recuperó gran cantidad de obsidiana gris veteada, dorada y verde, asociada principalmente a núcleos de dos tipos: prismáticos y bifaciales.
La arqueóloga Xantal Rosales García explicó que se registraron 15 mil objetos terminados y cerca de dos toneladas de este material en diferentes estados.
En todo el predio se localizaron un total de 36 entierros de niños y adultos. De ellos, 30 estaban ubicados en el área sur, seis dentro de ollas globulares de manufactura indígena utilizadas como urnas funerarias: dos son prehispánicos y cuatro coloniales, éstos últimos identificados por los materiales asociados como cerámica vidriada y algunas mayólicas.
Asimismo, en el predio excavado se registraron 112 tipos cerámicos y se hallaron poco más de 200 figurillas femeninas, así como varias ollas globulares vacías, algunas en fragmentos, entre otros objetos.