Los arqueólogos liderados por la Fundación FARES se han concentrado en un área de unos 132 kilómetros cuadrados en lo que podría ser el centro urbano de la antigüedad más vasto de Mesoamérica, y junto con las áreas circundantes se contemplan a la fecha más de 400 asentamientos.
«Los primeros ocupantes de las tierras bajas estaban mirando lo que estaban haciendo los olmecas y los olmecas mirando lo que estaban haciendo los mayas. En su apogeo es posible que El Mirador haya sido la capital más grande del mundo«, dijo el arqueólogo Richard Hansen, del centro de estudios antropológicos FARES.
Entre los objetos hallados en la zona, en la Reserva de la Biósfera Maya, se incluye una placa cerámica con características similares a las de la cultura olmeca, que predominó áreas de Campeche y Yucatán. Los restos datan de alrededor de 600-800 años A.C.
Los cálculos demográficos estiman una población cercana a 200 mil habitantes para el periodo preclásico, en áreas conectadas entre sí por vastas calzadas, urbes demarcadas y un sistema de gestión de aguas que permitió la subsistencia en las zonas bajas del bosque tropical.
La planificación urbana del sitio denota una organización «bastante compleja que tenía solucionado todo el tema de la subsistencia», dijo Carlos Morales Aguilar, quien también participó en el Proyecto Cuenca El Mirador.
La investigación en la metrópoli de El Mirador comenzó a fines de la década de 1970 y ha sido apoyada en los últimos años por la tecnología LIDAR, que permite realizar diseños con emisores láser, como pirámides, canales, estructuras residenciales y calzadas.
«Solo hay cinco civilizaciones a nivel mundial que se llaman ‘civilización fundadora’. Esta es una civilización que puede escribir y grabar su historia», dijo Hansen, en relación a otras culturas también llamadas «madre» como las surgidas en el Delta del Nilo o en Mesopotamia.
La civilización maya, una de las primeras sociedades complejas de la historia, se desarrolló desde el 2 mil A.C. en lo que es hoy México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador.
Las investigaciones plantean dos periodos de abandono de los asentamientos de esta civilización, uno de los ellos hacia el final del periodo preclásico, unos 300 años A.C., probablemente por degradación ambiental.