Irán se prepara este viernes para contramanifestaciones a favor del poder tras una semana de protestas por la muerte bajo custodia policial de una joven que había sido detenida por llevar el hiyab de manera «inapropiada».
Mahsa Amini, una kurda de 22 años, murió tras ser detenida por la policía de la moralidad iraní, supuestamente por llevar el velo de forma «inapropiada».
La noticia de su muerte desató la indignación generalizada y una ola de protestas que hasta el jueves dejaron, según cifras oficiales, al menos 17 muertos, entre ellos cinco miembros del personal de seguridad.
Sin embargo, según el Centro para los Derechos Humanos de Irán (CHRI por sus siglas en inglés), una organización con sede en Nueva York, la cifra es más alta. «Las autoridades han reconocido la muerte de al menos 17 personas, pero fuentes independientes hablan de 36″ decesos, tuiteó el jueves el CHRI.
«Espérense a que el balance suba. Los dirigentes internacionales tienen que hacer presión contra los responsables iraníes para autorizar las manifestaciones sin recurrir a las armas letales», agregó.
El Consejo de Coordinación del Desarrollo Islámico de Irán anunció para este viernes manifestaciones en todo el país en apoyo del hiyab y de un código de vestimenta conservador para las mujeres, informó la agencia oficial de noticias IRNA.
Según dijo el grupo de defensa de derechos de los kurdos Hengaw, con sede en Olso, las fuerzas de seguridad dispararon «armas semipesadas» contra los manifestantes durante enfrentamientos nocturnos en la ciudad de Oshnavieh (norte).
En la ciudad de Babol, los manifestantes prendieron fuego a una gran valla publicitaria con la imagen del líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, según vídeos compartidos en internet que no pudieron ser verificados de forma independiente.
Desde que Amini fue declarada muerta el 16 de septiembre, tres días después de ser detenida en Teherán por la policía, las protestas se han extendido a los principales centros urbanos del país, como la capital y las ciudades de Isfahán, Mashhad, Rasht y Saqqez.
Según las ONGs, la mujer, cuyo nombre en kurdo es Jhina, habría sufrido un golpe mortal en la cabeza, una afirmación negada por las autoridades, que anunciaron una investigación.
En las últimos días se vieron en Irán imágenes sin precedentes de manifestantes desfigurando o quemando imágenes de Jamenei y del difunto comandante de la Guardia Revolucionaria, Qasem Soleimani.
Algunas manifestantes se quitaron el hiyab en signo de desafío y lo quemaron, o bien se cortaron simbólicamente el pelo ante las multitudes que las aclamaban, según imágenes difundidas en las redes sociales.
Las fuerzas de seguridad respondieron disparando a la multitud con perdigones y balas de metal, con gases lacrimógenos y cañones de agua, según Amnistía Internacional y otras oenegés.
El acceso a internet fue restringido siguiendo un patrón de «interrupciones al estilo del toque de queda», según NetBlocks. Instagram y WhatsApp, bloqueados desde el miércoles, seguían inaccesibles el viernes.
El consejo encargado de organizar las concentraciones pro-hiyab de este viernes calificó a los manifestantes de «mercenarios», acusándoles de insultar al Corán y al profeta Mahoma, así como de haber quemado mezquitas y la bandera de Irán, informó IRNA.
El jefe del poder judicial, Gholam Hossein Mohseni-Ejei, pidió el jueves al fiscal general y a las autoridades judiciales mantener la paz y la seguridad frente a
«elementos perturbadores».
Por su parte los servicios de inteligencia advirtieron que «cualquier participación en manifestaciones ilegales será castigada por la justicia».
Desde Nueva York, donde asistió a la Asamblea General de la ONU, el presidente Ebrahim Raisi pidió «diferenciar entre manifestantes y vandalismo».
Por otra parte las fuerzas de seguridad iraníes detuvieron el viernes a Majid Tavakoli, uno de los principales activistas de la sociedad civil iraní, y a Nilufar Hamedi, un periodista que desempeñó un papel clave en denunciar el caso de Mahsa Amini.