Un mural revela los caminos de la violencia. Los colores y las formas que lo componen se transforman ante el espectador en líneas de investigación de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en 2014; la pieza une la percepción visual y mental, sembrando dudas sobre el caso Iguala.
La agencia de investigación Forensic Architecture realizó una cartografía interactiva de la desaparición que ocurrió durante la noche y madrugada del 26 y 27 de septiembre de 2014, respectivamente, en Iguala, Guerrero, en colaboración con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y el Centro de Derechos Humanos Agustín Pro Juárez (Centro Prodh).
A través de la observación y el análisis de un tiempo y espacio histórico que dejó una herida al país, la línea roja y negra se confrontan, ésta última representa la verdad histórica que la entonces Procuraduría General de la República (PGR), encabezada por Murillo Karam, presentó a los padres de los 43 estudiantes desaparecidos como realidad absoluta.
“Cada evento lo convertimos en un punto de observación donde vemos quién, dónde, a qué hora, qué estaba haciendo, qué se le estaba haciendo y cada uno de esos datos es un punto que se expresa en el mural en tiempo y espacio, al ver donde estaba según una versión, una persona ubicamos discrepancias en lo que fue la verdad histórica”, explicó a MILENIO Sergio Beltrán, integrante de Forensic Architecture.
Basándose en el expediente del caso de la PGR y en la investigación del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), los investigadores construyeron una base de datos para ordenar testimonios, geolocalización, confesiones, conversaciones entre autoridades y demás elementos que les permitieron reconstruir las distintas versiones de lo ocurrido la noche y madrugada del 26 y 27 de septiembre de 2014.
“Si todos supiéramos la verdad, si los testimonios de los estudiantes, policías, militares como los de las personas que pertenecen a grupos criminales coincidieran veríamos una sola línea limpia, porque todos coinciden en que fue lo que aconteció, pero lo que vemos es todo lo contrario, vemos contradicciones cada vez que una línea aquí (en el mural) se bifurca implica una contradicción”, detalló Beltrán.
El punto negro en la línea que representa la verdad histórica es la bifurcación más evidente e importante del mural, pues, aunque representa el destino final de los normalistas desaparecidos, ramificaciones de otras líneas muestran que las autoridades estaban en otros lugares y siguieron moviéndose por Iguala y sus alrededores después de que la PGR dijo que acudió al basurero de Cocula.
Esta metodología, llamada minería de datos, resalta el valor en la gran cantidad de información a la que se tiene acceso en la actualidad gracias a la tecnología, de tal manera que cualquier persona con acceso a internet puede seguir la investigación.
“Esta es una pieza de investigación viva que podría acompañar el caso, pero que más allá de tener que recibir la información de las conferencias de prensa del fiscal o del subsecretario de derechos humanos lo que podríamos hacer es actualizarlo y ofrecerlo al público para que puedan seguir de una manera mucho más especial entendible gráfica en qué estado está la investigación”, dijo el integrante de Forensic Architecture.
La reconstrucción visual en la cartografía toma forma en mapas interactivos, videos, una plataforma web y modelos explorables en 3D de los escenarios de los ataques; es posible, ir al cruce de las calles Juan N Álvarez y Periférico de Iguala, donde policías municipales emboscaron a parte de los estudiantes, que iban a bordo de tres autobuses.
O a las afueras del pueblo, junto al palacio de justicia, donde agentes municipales agredieron a otro grupo. Además, la plataforma ilustra la participación, activa o pasiva, de policías ministeriales, federales y militares.
“Hay (en el mural) unas líneas curvadas con línea punteada, hay muchas líneas verdes que se están comunicando con otros puntos verdes eso significa que es una comunicación entre un militar y otro y eso lo que nos dice es que hubo personal militar que en todo momento estuvo cercano a los hechos observando que estaba aconteciendo y que no intervinieron para contener el nivel de violencia”, destacó el investigador.
La pieza forma parte de la colección permanente del Memorial del 68 y Museo de los Movimientos Sociales (M68) del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, donde se exhiben documentos, fotografías, audios, videos y piezas artísticas, como memoria colectiva para propiciar la reflexión sobre la importancia histórica del Movimiento Estudiantil.
Asimismo, se decidió incorporar esta instalación al M68 debido a la conexión de la desaparición de los 43 alumnos con la masacre del 68, pues de acuerdo con informes del GIEI los estudiantes de la Normal Raúl Isidro Burgos pararon en Iguala a tomar varios autobuses que pudiera llevarlos a todos a la Ciudad de México para participar en los actos en recuerdo de la matanza de Tlatelolco.