Falta de estudios de impacto ambiental para la realización de obras urbanas, intervenciones sin respaldo técnico, carencia de recursos e indiferencia de la ciudadanía mantienen en alto riesgo al arbolado de la ciudad de Oaxaca, coinciden activistas ambientales y expertos.
Esta amenaza se ciñe lo mismo sobre árboles considerados históricos, ubicados en plazas como la alameda o el zócalo, como en los que están en áreas de obras como el Citybus y el tanque elevado de agua que se construye en el Cerro del Crestón, ambas iniciadas sin manifestación de impacto ambiental, señala el presidente del Colectivo de Organizaciones Ambientales de Oaxaca (COAO), Gerardo Aldeco.
“Las obras empiezan al revés, generan el documento cuando ya hay quejas de vecinos, luego de que hay afectaciones. En el caso del tanque, no debe estar en esa zona, pues fomenta la invasión de áreas naturales protegidas; tras la inconformidad se generó el documento de mitigación para justificar la obra”, explica en entrevista.
Sobre el Citybus, señala, se contabilizan al menos 120 árboles en la zona de la obra, sobre los que tampoco hay dictámenes de cada ejemplar, y aunque señala que hay árboles secos y necesitan quitarse, hay otros cuya remoción deberá justificarse.
Al respecto, el ambientalista asegura que se han acercado a las dependencias a cargo de la obra para expresar la urgencia de que se cuente con el documento sobre el impacto ambiental, pero hasta ahora no se ha generado.
Árboles enfermos
Según este colectivo, en la capital de Oaxaca se contabilizan, sólo en el Centro Histórico, unos 600 árboles, incluidos 60 laureles de más de 100 años de edad.
En general, en toda la ciudad calculan que 30% de los árboles pueden caer, mientras que 90% está enfermo.
Pero si en la ciudad el riesgo son nuevas obras, en el Centro Histórico la amenaza la representan las intervenciones que se realizan en conjunto con particulares, pero sin realizar un diagnósticos de instituciones especializadas.
En 2006, por ejemplo, la Fundación Alfredo Harp Helú plantó árboles que fueron cercados con parrillas metálicas que nunca recibieron mantenimiento y que ahora el COAO retira, pues están encarnándose en los troncos.
Además, acusa el colectivo, se trata de especies no endémicas que están causando daños a banquetas en calles como Xicoténcatl y Pino Suárez. Otro ejemplo, dicen los ambientalistas, es el higo que fue trasplantado por la fundación tras el desplome de dos laureles centenarios en el zócalo. El ejemplar, aunque está aclimatado y naturalizado, no tiene las características para sobrevivir en el suelo del zócalo, insiste.
“Los árboles del zócalo están uno encima del otro, tratando de sobrevivir. el más fuerte, empuja a los demás al costado, por lo que hay problemas entre ellos y la zona se volvió lugar de riesgo”.
Según Rodolfo Alfredo Hernández Rea, profesor investigador del Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca (ITVO), lo anterior sucede porque en muchas ocasiones la elección de los árboles está sujeta a decisiones de una sola persona, que escoge los que le gustan y no toma en cuenta que el árbol con el transcurso del tiempo va a alcanzar varios metros y con su crecimiento va a afectar la estructura urbana.
Por ello, señala que para comenzar las labores de preservación del arbolado es indispensable contar con un diagnóstico elaborado por instituciones educativas, que iniciaría con la recopilación de datos sobre los árboles, sus características y dimensiones, para conocer qué tan grave es el deterioro y cómo frenarlo.
Uno de los problemas al respecto, advierte, es que al ser el gobierno municipal el responsable, el periodo de tres años impide dar continuidad a los proyectos
“Cuando van a empezar a ejecutar acciones, sucede el cambio de gobierno. Además, en muchas ocasiones se nombran para los cargos a personas que no tienen conocimiento sobre el tema”.
Hernández Rea señala que el deterioro del arbolado es reversible, pero indica que la responsabilidad sobre su cuidado, incluso aquellos históricos, no es sólo de autoridades, sino también de ciudadanos.
Por ello, sostiene que si los seres humanos dejan de impactar negativamente al ambiente, la naturaleza encontrará el camino para regenerarse.
“No tenemos consideración de los árboles, hemos olvidado que son seres vivos y como tal tienen un ciclo de crecimiento, desarrollo y muerte. Eso se nos olvida, pensamos que estarán ahí para siempre. Los árboles urbanos requieren mantenimiento, riego, podas y vigilancia del suelo”, finaliza el especialista.