La guerra en Ucrania sigue teniendo un fuerte impacto sobre los mercados energéticos, por lo que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y la Agencia Internacional de Energía (AIE) han rebajado, por segundo mes consevutivo, sus pronósticos de crecimiento de la demanda petrolera.
En su informe mensual de mayo, la OPEP fija la producción media diaria de este año en 100.3 millones de barriles diarios (mbd), 0.6 por ciento por debajo de los datos que manejaba antes de la invasión rusa aunque sigue siendo 3.4 por ciento más que el año pasado.
La AIE, por su parte, es más cautelosa y habló hoy en su informe de un consumo global de 99.4 mbd, unos 70 mil barriles diarios menos que en su análisis de abril, pero en total 1.8 por ciento más que en 2021.
Tensiones en Europa del Este
Los analistas de la OPEP explican sus cálculos en las «tensiones en Europa del Este» y el aumento de la inflación o los cuellos de botella en la cadena de suministros que habrá en la economía global, cuyo crecimiento anual se recorta del 3.9 al 3.5 por ciento.
«Se espera que la demanda en 2022 se vea afectada por los actuales acontecimientos geopolíticos en Europa del Este, así como por las restricciones de la pandemia de la covid-19«, señala la OPEP.
En su análisis de las incertidumbres sobre la evolución de la economía global y su consiguiente impacto en el consumo de crudo, la OPEP destaca el embargo al petróleo ruso que podría imponer la Unión Europea (UE) y el recorte a las importaciones de gas.
Esas sanciones podrían, según el cártel, afectar a los precios de la energía y, por tanto, al desarrollo de la economía global.
De momento, la OPEP prevé que Rusia -con la que forma una Alianza- suministrará este año de media 10.88 millones de barriles al día, 7.5 por ciento (890 mil barriles diarios) menos de lo previsto hace tres meses.
En general, la OPEP insiste en que el crecimiento de la economía y de la demanda de crudo «dependerá del resultado del conflicto armado en Ucrania y su posible efecto de contagio en la economía de la eurozona».
Factor covid en China
Para la AIEA, por su parte, la razón principal del reducido crecimiento de la demanda es la fuerte ralentización del consumo en China a causa de las restricciones por la covid, que se traducen en 890 mil barriles diarios menos en el segundo trimestre de lo que había estimado hace solo un mes.
También está pesando el efecto de la subida de los precios que hacen que se modere el consumo energético en general y los problemas de aprovisionamiento de algunos carburantes en Europa (como el diésel) por el parón de importaciones desde las refinerías rusas.
Ese crecimiento de la demanda se ha concentrado en los tres primeros meses del año por el levantamiento de las restricciones por el coronavirus en las economías avanzadas, recuerda la AIE.
En el primer trimestre de 2022, el aumento del consumo fue de 4.4 mbd, precisa, aunque para el último trimestre del año ya prevé una demanda inferior a la del mismo período del año pasado.
Una parte de esa contracción se explica por el golpe para la economía rusa ante su aislamiento internacional, que ya se ha hecho notar, por ejemplo, con un descenso del 13 por ciento del consumo de queroseno para los aviones pese al incremento de las necesidades militares para la invasión de Ucrania.
El número de vuelos que se realizan en Rusia ha pasado de casi 11 mil diarios en febrero a unos 3 mil en abril, recuerda la AIE.
Recortes en Rusia
Por lo que respecta a la producción, las sanciones están haciendo mella en Rusia, aunque algo menos de lo que había anticipado la AIE.
En abril, según sus datos, las petroleras rusas extrajeron unos 9.1 millones de barriles diarios, 10 por ciento menos que en marzo.
Esa tendencia debería continuar en mayo, con otro recorte de unos 600 mil barriles diarios, lo que significaría 1.6 millones menos que en febrero, cuando empezó la guerra.
El recorte podría pasar a ser más de 2 millones en junio y cerca de 3 millones en julio, sobre todo si la UE adopta su plan de embargo sobre el crudo ruso, señala la AIE.
De confirmarse esas cifras, sobre las que hay -según la Agencia- gran incertidumbre a causa de la rápida evolución de la situación, el bombeo ruso en 2022 podría baja a una media de 9.6 mbd, lo que sería su nivel más bajo desde el año 2004.