Convencidos de que el trabajo en equipo puede lograr beneficios para las comunidades, un grupo de jóvenes unió sus fuerzas y conocimientos para realizar acciones que abonen a la preservación de la lengua zapoteca en su variante Xhon.
Así nació Dill Yel Nbán, que en español significa “palabra viva”, un colectivo multidisciplinario que aglutina a jóvenes de la Sierra Norte, de Villa Hidalgo Yalalag y San Melchor Betaza, y que se conformó con el interés de retomar estrategias de creación de material pedagógico para enseñar y aprender zapoteco, explican en entrevista con EL UNIVERSAL.
Esa multidisciplina, destacan, es una de las principales características del proyecto, misma que nace por los perfiles de los integrantes: las investigadoras Ana Alonso Ortiz y Ariadna Solís; las traductoras Yunitza Vásquez y Sandy Ortiz; la ilustradora Victoria Gaspar, la community manager Tonaltzin Limeta, la diseñadora Donají Limeta, el docente Ángel Bautista y la contadora Ariadna Chávez.
“Queríamos empezar a usar el zapoteco en las redes sociales y poco a poco fueron surgiendo otros objetivos, sobre todo para niños que están en el proceso de aprendizaje de la lengua, para ayudarle a los maestros a enseñar nuestra lengua”, acotan.
Desde el principio, las redes han sido la herramienta a la que han apuntado los integrantes, pues, a pesar de que se encuentran en diferentes latitudes han podido coincidir en el objetivo principal: la preservación de su lengua materna.
Según datos del censo 2020, en México hay 7.3 millones de habitantes hablantes de alguna lengua indígena y, de éstos, 1.2 millones están en Oaxaca. De ese universo, 420 mil 324 personas son hablantes de zapoteco: 469 habitan en Villa Hidalgo Yalalag, y 926 en Betaza.
“El objetivo fue hacer visible la lengua zapoteca en redes y en el camino fuimos encontrando a otras personas, en diferentes lugares, interesadas en trabajar en la difusión y visibilización de la lengua”, señala Yunitza.
Organizados a partir de un grupo de Whatsapp desde donde han encabezado proyectos editoriales, cursos, talleres y edición de libros, entre otras actividades, en plena pandemia el trabajo del colectivo no se detiene, precisa Sandy, pues han realizado la presentación de material didáctico y además participaron en el Primer Congreso Internacional de Lenguas Originarias en su modalidad virtual.
Acostumbrados a trabajar a distancia, los integrantes del colectivo, quienes, aseguran, nunca han estado reunidos todos en un mismo lugar, echaron a andar un proyecto que ayuda a los adultos mayores hablantes de zapoteco a entender las medidas sanitarias mediante ilustraciones.
Victoria apunta que, actualmente, las lenguas originarias, principalmente el zapoteco, se encuentran en una crisis, pues las nuevas generaciones no aprendieron desde temprana edad las lenguas maternas de sus comunidades. Los integrantes del colectivo, por ejemplo, indican que en sus pueblos de origen hay muy pocos niños que hablan zapoteco, lo que consideran muy preocupante porque cuando sean mayores no habrá adultos hablantes de esa lengua.
La situación, indican, se debe a que en las escuelas prevalece la castellanización. Al respecto, Ángel completa que hay una pérdida de hablantes, pues no hay transmisión de la lengua. No obstante, puntualiza que la pérdida no recae únicamente en las escuelas, pues los niños aprenden a hablar desde casa y es ahí donde, en ocasiones, no consideran importante transmitirla o incluso hasta golpean a los pequeños si la hablan.
Por esa razón, consideran que los niños son el sector más vulnerable en la pérdida de la lengua.
Los integrantes del colectivo relatan que en sus años escolares hablar zapoteco fue motivo de discriminación, pues tuvieron que abandonar sus comunidades para continuar sus estudios. Es por eso, sostienen, que la migración es otro factor determinante en la pérdida de hablantes.
Pese a que el colectivo persiste en sus labores a distancia, la emergencia sanitaria obligó al grupo a pausar un censo de hablantes en el que trabajaban, así como en la distribución de material didáctico para escuelas y centros comunitarios para que los niños puedan aprender jugando.
El objetivo, dicen, es llegar a más comunidades, incluso a aquellas de migrantes zapotecos establecidas en el estado de Veracruz.