El papa Francisco urgió el jueves a las autoridades de Bahrein a renunciar a la pena de muerte y a garantizar los derechos humanos básicos a todos los ciudadanos, luego de llegar a este reino liderado por suníes y que ha sido acusado por grupos de derechos humanos de discriminar sistemáticamente a la mayoría chií del país.
Con el rey Hamad bin Isa Al Khalifa a su lado, el papa Francisco también exhortó a la nación árabe del Golfo Pérsico a que garantice condiciones laborales “seguras y dignas” para sus trabajadores inmigrantes, que durante mucho tiempo han sufrido abusos y explotación en las industrias de la construcción, la extracción de petróleo y el servicio doméstico de la isla.
Aunque se mostró diplomático, Francisco no rehuyó algunos de los problemas sociales más controvertidos de Bahrein al iniciar una visita de cuatro días en la que participará en una conferencia interreligiosa patrocinada por el gobierno sobre la coexistencia entre Oriente y Occidente. También aprovechará su visita para ofrecer apoyo a la pequeña comunidad católica del país.
El papa, de 85 años y que utiliza una silla de ruedas desde hace meses por una tensión de los ligamentos de la rodilla, dijo el jueves durante el vuelo a Bahrein que sufría “mucho dolor” y por primera vez saludó desde su asiento a los periodistas que viajaban con él en lugar de acercarse caminando por el pasillo el avión.
Grupos de derechos humanos y familiares de activistas chiíes condenados a muerte han instado a Francisco a aprovechar su visita para pedir la abolición de la pena capital y abogar por los disidentes políticos, cientos de los cuales han sido detenidos desde que Bahrein aplastó violentamente las protestas de la Primavera Árabe de 2011 con la ayuda de los vecinos Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.
Desde entonces, Bahrein ha encarcelado a activistas chiíes, ha deportado a otros, ha despojado a cientos de personas de su ciudadanía, ha prohibido el mayor grupo de oposición chií y ha cerrado su principal periódico independiente.
Francisco aludió indirectamente a la lucha sectaria cuando llegó a la ciudad desértica de Awali y se reunió con Al Khalifa en el palacio real de Sakhir en la primera visita papal a Bahrein. En declaraciones a las autoridades gubernamentales y diplomáticos desde el reluciente patio del palacio, Francisco elogió la tradición de tolerancia de Bahrein y citó la constitución de la nación, que prohíbe la discriminación por motivos de religión, como un compromiso declarado que debe ponerse en práctica.
Hacerlo, afirmó, garantizaría “que se reconozca concretamente la igualdad de dignidad y la igualdad de oportunidades para cada grupo y para cada individuo; que no existen formas de discriminación y que no se violan los derechos humanos fundamentales, sino que se promueven”.
Refiriéndose a la pena de muerte, el pontífice declaró que el gobierno debe garantizar ante todo el derecho a la vida, y “la necesidad de garantizar ese derecho siempre, incluso para los que están siendo castigados, cuyas vidas no deben ser arrebatadas”.
El viaje también permitirá al papa dirigirse a los trabajadores migrantes cuando se reúna con la pequeña comunidad católica en el país, de unos 80 mil miembros en una nación de alrededor de 1.5 millones de personas. La mayoría son trabajadores procedentes de Filipinas e India, aunque los organizadores del viaje esperan que peregrinos de Arabia Saudí y otros países vecinos acudieran a la gran misa de Francisco en el estadio nacional el sábado.