En Maguey Largo, localidad de San José del Progreso, seis campesinos y una campesina consolidaron un grupo de productores de tomate en invernaderos y macrotúneles, actividad que desde hace 10 años es su fuente de ingresos.
A una década de iniciar con este proyecto, gracias al extinto Programa Especial de Seguridad Alimentaria (PESA) del gobierno federal, buscan la forma de ampliar su capacidad para contar con dos ciclos de producción al año y fortalecer la industria en esta población de la región Valles Centrales.
Humberto Porras Sarmiento, representante del grupo de productores, cuenta que se vio obligado a emigrar a estados del norte del país para trabajar en la construcción, en ciudades como Tijuana y Mexicali. Sus padres, sin embargo, sembraban frijol, maíz, calabaza y en alguna ocasión hasta tabaco.
En 2012, se alió con un familiar indirecto para gestionar con el PESA un invernadero para sembrar tomate. A finales de 2013, consiguieron tres invernaderos más para igual número de campesinos y a partir de 2015 obtuvieron macrotúneles.
Fotos: Mario Arturo Martínez
Un invernadero mide 500 metros cuadrados y produce entre 10 y 12 toneladas de tomate por ciclo; mientras que los macrotúneles miden 100 metros cuadrados y generan tres toneladas por ciclo, que dura entre cuatro y siete meses.
“Cuando llegaron los tres invernaderos casi sembramos juntos, pero después se fueron alternando y cada quien ahora siembra cuando tiene la oportunidad de sembrar. A muchos se les alarga el ciclo, a muchos no, y trabajamos cada uno en su invernadero, pero juntos como grupo en las gestiones”.
Georgina Jovita Porras Arango era ama de casa y al separarse de su esposo tuvo dificultades económicas para sostener a sus cuatro hijos, entre ellos, una que aún es menor de edad. Por eso solicitó un macrotúnel para tener una fuente de ingresos.
“Decidí hacerlo porque no tenía económicamente de dónde sacar dinero y tengo una niña que mantener”, dice. El resto de sus hijos e hijas ya alcanzaron la mayoría de edad y se mantienen económicamente.
Entre 2016 y 2017, Jovita Porras sembró fresa, pero no tuvo una buena cosecha. Aunque sus compañeros de grupo y en las capacitaciones le recomendaron sembrar tomate, no lo hizo. Optó por chile, con el que la producción fue mejor, pero no obtuvo resultados económicos porque no se vendía mucho y el precio era bajo.
Finalmente, empezó a sembrar tomate, producto que le ha funcionado no sólo en producción, sino también en ventas.
“De ahí empecé hace un año a sembrar el tomate porque aunque haya en la comunidad sí se vende de todas maneras. Antes yo era ama de casa, sigo siendo, pero sí me da tiempo porque lo que tengo es un macrotúnel. No tengo necesidad de ocupar a mi familia. Yo trabajo ahí y mis hijas me ayudan en la casa”.
Desaparición de PESA hizo el camino difícil
La desaparición del PESA en el actual gobierno federal colocó a estos campesinos en una situación difícil, porque era a través de este programa que obtenían capacitaciones y algunas dotaciones de insumos, como fertilizantes e insecticidas.
Eso los orilló a gestionar estos apoyos ante la Compañía Minera Cuzcatlán a partir del año 2018. La empresa, durante este tiempo, les ha entregado apoyos en insumos y en talleres para la gestión de su actividad. Ahora ha cambiado la modalidad y otorga materiales para que construyan otro invernadero o macrotúnel, con el fin de que amplíen a dos ciclos y cuenten con tomate todo el año.
Porras sostiene que en esta década han logrado consolidar una fuente de empleo para sus familias, cuyos integrantes (esposa e hijos) son los que trabajan en los invernaderos.