El tramo 6 del Tren Maya, que va de Tulum a Chetumal, en la Península de Yucatán. tendrá una superficie de afectación (derecho de vía y obras) de mil 582.13 hectáreas.
De acuerdo con la manifestación del impacto ambiental referente al tramo, de dicha superficie, mil 459.5 hectáreas (92.22 por ciento) son consideradas terrenos forestales para cambio de uso de suelo (CUSFT).
El proyecto T6-TM integra un derecho de vía (DDV) que cruza los municipios de Tulum (TLM), Felipe Carrillo Puerto (FCM), Bacalar (BCLR) y Othón P. Blanco (OPB). Dentro del derecho de vía se desarrollan obras puntuales como cinco laderos, tres estaciones, dos paraderos, una base de mantenimiento, cocheras en Tulum, y talleres y cocheras en Chetumal.
«Otras obras, como pasos vehiculares, obras de drenaje, campamentos, centros de acopio, subestaciones, etcétera, se encuentran en proceso de definir sus dimensiones y superficies requeridas», señala el documento.
El Sistema Ambiental Regional (SAR) del proyecto del tramo 6 del Tren Maya posee una superficie de 12 mil 712.69 kilómetros cuadrados, que actualmente posee nueve diferentes tipos de vegetación o usos del suelo: agropecuario, selva baja subcaducifolia, sin vegetación aparente, tular, cuerpos de agua, manglar, asentamientos humanos, vegetación secundaria (vs) de selva mediana subperennifolia y selva mediana subperennifolia.
«En el SAR inciden los municipios de Felipe Carrillo Puerto, Othón P. Blanco, Tulum y Bacalar. El impulso al sector turístico que se le ha dado a la Rivera Maya que es donde se sitúa el SAR y por ende el proyecto, ha detonado un crecimiento acelerado y desordenado de las principales ciudades, este crecimiento ha implicado que no se tengan la suficiente infraestructura para el manejo de las aguas residuales y el tratamiento de estas, se suma el mal manejo y disposición final de los residuos, estas acciones han repercutido en la disminución de la vegetación natural y en la calidad del agua subterránea y superficial», señala.
De acuerdo con la información obtenida en el diagnóstico ambiental y los impactos evaluados, se considera que el escenario base del SAR ya cuenta con un grado de transformación, y que las potenciales afectaciones, principalmente a la flora y fauna con la pérdida de su hábitat natural, así como a los sistemas kársticos de la región, pueden ser compensadas con medidas de prevención, mitigación y compensación propuestas.
«Se mitigarán los efectos de los impactos ambientales negativos mediante la aplicación correcta de las medidas de mitigación establecidas en el capítulo VI de esta MIA; en algunos casos, algunas medidas pueden generar sinergia en más de un impacto, dando como resultado una mayor eficiencia», afirma.
Explica que la mayor pérdida de cobertura de vegetación forestal está relacionada con la fuerte intervención humana ocurrida en décadas pasadas y que la dinámica de cambio de uso de suelo implica la degradación de las cubiertas forestales conservadas a perturbadas de manera dominante, seguida de la transformación de las cubiertas perturbadas a vegetación secundaria, pastizales y agricultura.
Paralelamente, la vegetación secundaria es transformada a pastizales de manera dominante, aunque también es transformada a campos agrícolas y asentamientos humanos. «El resultado final de estos procesos sociales y económicos dentro del SAR favorece la degradación y fragmentación del hábitat», indica.
Agrega que se estima un fuerte efecto sobre las poblaciones de las especies muy ligadas a selvas conservadas (especialistas), retrayéndose las poblaciones de estas especies en las zonas altas del SAR o dentro de las ANPs, y un efecto menor hacia las especies menos sensibles o de amplitudes ecológicas moderadas; las especies de hábitos oportunistas o generalistas se ven beneficiadas al incrementarse las zonas donde estas habitan.
«El escenario menos deseable para el SAR y área del proyecto es el que corresponde a la ejecución del proyecto sin medidas de mitigación, ya que, de efectuarse, se afectarán de manera adversa y permanente diversos componentes ambientales. Entre los impactos ambientales más importantes se encuentran la pérdida de individuos de flora, suelo y modificación al paisaje», indica.
Por otra parte, se tiene que el escenario de la ejecución del mismo con medidas de mitigación es viable, considerando que, si bien existen impactos adversos a lo largo de las etapas de preparación del sitio, de construcción y operación y mantenimiento, algunos serán temporales, otros prevenidos, mitigados y en algunos casos compensados con la correcta ejecución del Programa de Vigilancia Ambiental (PVA), así como de todos sus componentes (subprogramas, acciones y medidas específicas).
En el proyecto del tramo 6 del Tren Maya contempla la construcción de pasos de fauna, con la finalidad de brindar conectividad a través de estos, funcionando como una medida que contrarrestaría el efecto de la barrera artificial que representa el trazo ferroviario.
«Este tipo de medidas son ampliamente aceptadas a nivel internacional por su éxito, permitiendo que la fauna mantenga la conectividad entre sus hábitats, respetando la accesibilidad de recursos con los que contaban las especies de la zona; de esta forma se permite la continuidad en el intercambio genético interpoblacional, disminuyendo el posible efecto de extinción», indica.
Se estima que el tramo 6 requerirá una inversión por 70 mil 174 millones de pesos, y contará con tres estaciones (Felipe Carrillo Puerto, Bacalar y Chetumal), además de dos paraderos (Tulum y Limones). El capital será aportado por el gobierno federal.