¿Cómo va a continuar la vida?, ¿la normalidad será impensable?, ¿nunca nos olvidaremos del cubrebocas? Preguntas como estas rondan cada vez más en la mente de personas de todo el mundo; en Oaxaca, el aumento en el número de casos de Covid-19, la enfermedad y muerte de personas cercanas, el excesivo tiempo en aislamiento y la persistencia en las medidas sanitarias desde marzo de 2020, cuando fue declarada la emergencia sanitaria, han ocasionado entre las y los oaxaqueños estrés postraumático, propiciando la relajación en las medidas preventivas.
Así lo sostiene la encargada de capital humano para la Red de Investigación Osmo, Georgina Noemí Fuentes Claudio, quien indica que, desde que inició la pandemia hasta la actualidad, las consultas sicológicas han aumentado hasta 90%.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), precisa, ha señalado la persistencia de estrés postraumático, sobre todo en personas sometidas a un aislamiento prolongado.
En Oaxaca, señala, la mayoría de las familias habita en hogares reducidos, lo que acrecienta la sensación de encierro. Además, la inactividad ha contribuido notablemente al aumento de padecimientos como ansiedad, tristeza profunda y depresión.
El estrés postraumático se ha extendido en la tercera ola de contagios, señala. Muchas personas manifiestan falta de sueño, cansancio y estados de tristeza, entre otros síntomas.
La persistencia de pensamientos fatalistas ha impulsado a más personas a acercarse a solicitar acompañamiento sicológico. El DIF apunta que la cantidad de personas que solicitan ayuda sicológica en la entidad ha rebasado las cifras previstas, y que la mayoría de la gente manifiesta tener depresión.
“Además del aislamiento, la cercanía de las muertes y los casos positivos, así como la escasez de insumos, afectan el estado mental de las y los oaxaqueños”, subraya la médico, quien añade que el trastorno más común entre la población oaxaqueña es la ansiedad.
Este fenómeno, explica, se manifiesta de manera distinta de acuerdo con los contextos: “Si tenemos problemas de sueño, es un signo de alerta, así como ideas fatalistas o catastróficas y miedo, entre otros síntomas, como el cambio de estado de ánimo”.
Aunque estos síntomas eran propios de adultos al principio de la pandemia, con el tiempo han llegado a la población joven e incluso infantil, con dolores de cabeza, estrés o tristeza.
Sobre el tema, la encuesta virtual Juventudes en confinamiento, realizada por Consorcio Oaxaca, a la que respondieron jóvenes de las regiones de la Costa, Sierra Norte y Valles Centrales, 76% ha recibido clases virtuales y 35.4% no tiene internet o computadora para poder recibir estas clases.
El cierre de escuelas y el confinamiento en la vida de las juventudes se traduce en intranquilidad emocional: 47.1% de las personas jóvenes se siente triste, mientras que el resto expresa sentir enojo, frustración ansiedad y estrés por la situación actual. Sólo 11.8% expresa que puede contactar con la alegría, puntualiza la encuesta.
El pico bajó en los contagios y la vacunación intervino en la relajación de las medidas de prevención. Además, las personas que hasta ahora no han sido contagiadas manifiestan una especie de inmunidad mental, agrega la especialista.
“Por otro lado, la actividad económica tiene que seguir avanzando, por lo que la gente tiene que salir a laborar y los sitios de recreación abrieron, lo que hace pensar a la gente que puede relajar las medidas”.
Tras la pandemia, añade, la conducta de las personas sufrirá modificaciones por las medidas sanitarias que se aplican prolongadamente; podrían crecer la autoconciencia y el autocuidado, así como reacciones negativas. “Actualmente, persisten el temor y la paranoia”, dice.
Por ello, considera importante que todas las personas que han estado en aislamiento durante la pandemia, aunque no se hayan contagiado del nuevo coronavirus, busquen acompañamiento médico y sicológico. “La atención sicológica no sólo es para los pacientes, pues muchos perdimos familiares y amigos durante la pandemia”.