Durante el desfile militar, el presidente Andrés Manuel López Obrador recordó una décima que Miguel Hidalgo dedicó a sus carceleros antes de ser asesinado por comandar el movimiento de Independencia.
El mandatario destacó que el llamado Padre de la Patria fue un personaje auténtico y por ello fue sacrificado con saña. Sin embargo, en sus últimas horas de vida, Hidalgo «dio muestra de un temple excepcional y de una serenidad conmovedora», consideró López Obrador.
Antes de ser asesinado, Miguel Hidalgo le compuso unas décimas de agradecimiento a sus carceleros, pues había recibido un buen trato durante el tiempo que estuvo recluido. Una de ellas la dedicó al cabo Manuel Ortega y decía lo siguiente: «Ortega, tu crianza fina, de índole y estilo amable, siempre te harán apreciable, aún con gente peregrina. Tiene protección divina la piedad que has ejercido con un pobre desvalido que mañana va a morir y no puede retribuir ningún favor recibido».
La gratitud de Hidalgo le permitió enfrentar la muerte con aplomo y tranquilidad, pues se encontraba en paz con su consciencia, dijo el Presidente. «Cuando lo iban a fusilar, a cuatro metros de distancia, los soldados temblaban. Le dieron varios tiros sin matarlo y el sargento de pelotón tuvo que ordenar a dos de ellos que le pusieran los fusiles directamente en el corazón».
Después de matarlo, recordó López Obrador, le cortaron la cabeza y, junto con las de Ignacio Allende, Juan Aldama y José Mariano Jiménez, la colocaron en el edificio de la Alhóndiga de Granaditas.
«Los mexicanos nos sentimos orgullosos de este héroe y de muchos más porque aquí en México, como en ninguna otra parte, el movimiento independentista no se inició por simples acomodos en las cúpulas del poder, sino que fue fruto de un anhelo de justicia y de libertad», concluyó el Presidente.